Para amar a alguien más, primero debemos aceptarnos y valorarnos tal como somos. El amor propio no es egoísmo, sino una base sólida que nos permite construir relaciones saludables. Cuando nos amamos, comprendemos mejor nuestras necesidades, límites y emociones, lo que nos ayuda a conectar con otros desde un lugar de autenticidad. Este amor hacia uno mismo nos da la seguridad para dar y recibir sin temor ni inseguridades. Aprender a amarnos también nos enseña a respetar el amor que recibimos, sabiendo que merecemos ser tratados con cariño y dignidad. El amor propio es el inicio de todo.